Esta es una traducción de la página original en inglés.

La comunidad del software libre 20 años después:

Un gran éxito, pero incompleto. ¿Ahora qué?

Hace veinte años, el 5 de enero de 1984, abandoné mi empleo en el MIT para empezar a desarrollar GNU, un sistema operativo libre. Aunque nunca hemos publicado un sistema GNU completo para su uso diario, decenas de millones de personas utilizan hoy una variante del sistema GNU, aunque la gran mayoría no lo sabe. Que el software es «libre» no quiere decir que sea «gratuito». Significa que los usuarios tienen la libertad de ejecutar el programa, estudiar su código fuente, modificarlo y distribuirlo con o sin cambios, ya sea gratuitamente o cobrando una cantidad.

Tenía la esperanza de que un sistema operativo libre abriría el camino para escapar definitivamente del yugo del software privativo. Conocía por experiencia personal el espantoso modo de vida que el software privativo impone a los usuarios, y estaba decidido a escapar y a ofrecer a los demás la misma oportunidad.

El software que no es libre trae consigo un sistema antisocial que prohíbe la cooperación y la comunidad. Generalmente no se puede ver el código fuente, no se puede saber qué trucos sucios o fallos tontos puede contener. Si a uno no le gusta el programa, no lo puede cambiar. Y lo peor de todo es que está prohibido compartirlo con los demás. Prohibir compartir software es cortar los lazos que unen la sociedad.

Hoy tenemos una gran comunidad de usuarios que usan GNU, Linux y otros programas libres. A miles de personas les gustaría expandirlo, y se han puesto como objetivo convencer a más usuarios de computadoras para que «usen software libre». ¿Pero qué significa «usar software libre»? ¿Significa escapar del software privativo, o simplemente instalar programas libres junto a los privativos? ¿Nos proponemos conducir a la gente hacia la libertad, o simplemente darles a conocer nuestro código? En otras palabras, ¿estamos trabajando por la libertad, o hemos reemplazado esa meta por el superficial objetivo de la popularidad?

Es fácil habituarse a pasar por alto esta distinción, porque en muchas situaciones comunes no supone ninguna diferencia. Cuando intentamos convencer a una persona para que pruebe un programa libre o instale el sistema operativo GNU/Linux, con cualquiera de los dos objetivos nos comportaríamos de la misma manera. Sin embargo, en otras situaciones cada uno de los objetivos conduce a acciones muy diferentes.

Por ejemplo, ¿qué deberíamos decir cuando se publica una versión para GNU/Linux del controlador de vídeo ENVidia, que no es libre, de la base de datos Profeta, que tampoco es libre, o de las bibliotecas y el intérprete del lenguaje Indonesia, que no son libres? [1] ¿Deberíamos agradecer a esos desarrolladores su «apoyo» a nuestro sistema, o deberíamos considerar estos programas privativos como cualquier otro, es decir, como un peligro atrayente, una tentación a aceptar la esclavitud, un problema a resolver?

Si adoptamos como objetivo aumentar la popularidad de algunos programas libres, si buscamos convencer a más gente para que use algunos programas libres a veces, podemos pensar que estos programas privativos contribuyen a este objetivo. Es difícil rebatir el argumento de que su disponibilidad ayuda a que GNU/Linux sea más popular. Si el objetivo principal de nuestra comunidad es el uso extendido de GNU o Linux, lógicamente tendremos que aprobar con entusiasmo todas las aplicaciones que funcionen en él, sean libres o no.

Pero si nuestro objetivo es la libertad, todo cambia. Los usuarios no pueden ser libres mientras utilicen un programa que no lo es. Para liberar a los ciudadanos del ciberespacio, tenemos que reemplazar esos programas que no son libres, no aceptarlos. No son contribuciones a nuestra comunidad, son tentaciones para aceptar la falta de libertad.

Hay dos motivaciones comunes para desarrollar un programa libre. Una es que no hay ningún programa que haga esa tarea. Lamentablemente, aceptar el uso de un programa que no es libre elimina esa motivación. La otra es el deseo de ser libre, que motiva a la gente a escribir sustitutos libres de programas privativos. En casos como estos, ese motivo es el único que puede funcionar. Simplemente usando un sustituto libre nuevo y sin terminar, antes de que técnicamente sea comparable con el modelo que no es libre, podemos ayudar a animar a los desarrolladores libres a perseverar hasta que el reemplazo llegue a ser mejor.

Estos programas privativos no son simples. Desarrollar sustitutos libres para ellos será un gran trabajo, puede llevar años. La tarea probablemente requerirá la ayuda de futuros hackers, gente que es aún muy joven, gente que tendrá que encontrar motivaciones para unirse a nuestro trabajo en el software libre. ¿Qué podemos hacer hoy para ayudar a convencer a otras personas, en el futuro, a mantener la determinación y perseverancia necesarias para terminar esta obra?

La manera más efectiva de fortalecer nuestra comunidad para el futuro es difundir la comprensión del valor de la libertad: enseñar a más gente a reconocer que el software que no es libre es moralmente inaceptable. La gente que valora la libertad es, a largo plazo, su mejor y más esencial defensa.

Notas de traducción

[1] «ENVidia» hace referencia a la placa de vídeo NVIDIA. «Profeta» se refiere a la base de datos de Oracle. «Lenguaje Indonesia» indica el lenguaje de programación Java.