Esta es una traducción de la página original en inglés.

¿Qué hay detrás de un nombre?

Los nombres transmiten significados, los nombres que optamos por usar determinan el significado de lo que decimos. Un nombre inadecuado transmite una idea equivocada: una rosa con cualquier otro nombre tendría la misma fragancia, pero si usted la llama «bolígrafo», quienes traten de usarla para escribir quedarán bastante decepcionados. Si denomina «bolígrafos» a las rosas, la gente podría no entender para qué sirven. Si llama a nuestro sistema operativo «Linux», estará comunicando una idea equivocada sobre el origen del sistema, su historia y su propósito. Si lo denomina GNU/Linux, estará comunicando una idea más precisa (aunque no detallada).

Pero, ¿es esto importante para nuestra comunidad? ¿Es importante que la gente conozca el origen del sistema, su historia y su propósito? Sí, porque quienes olvidan la historia están condenados a repetirla. El mundo libre que se ha desarrollado alrededor de GNU/Linux no tiene garantía de supervivencia; los problemas que nos llevaron a desarrollar GNU no están completamente erradicados y amenazan con regresar.

Cuando explico por qué lo correcto es llamar al sistema operativo GNU/Linux y no Linux, la gente suele responder de esta manera:

Por supuesto que el Proyecto GNU merece el reconocimiento por este trabajo, pero ¿vale la pena tanto alboroto cuando las personas no se lo dan? ¿No es acaso más importante que el trabajo se haya hecho, y no quién lo ha hecho? Relájese, siéntase orgulloso por el trabajo bien hecho y no se preocupe por el reconocimiento.

Este consejo sería sensato sólo si la situación fuese esa: si el trabajo estuviera terminado y fuese el momento de relajarse. ¡Ojalá fuera cierto! Pero los desafíos abundan, y no es el momento de dar por hecho que el futuro está garantizado. La fuerza de nuestra comunidad descansa sobre un compromiso de libertad y cooperación. Usar el nombre GNU/Linux es una forma de no olvidarlo y de informar a los demás sobre estos objetivos.

Es posible escribir buen software libre sin pensar en GNU, también se ha hecho mucho trabajo de calidad en nombre de Linux. Pero desde que se acuñó, el término «Linux» siempre se ha asociado con una filosofía que no está comprometida con la libertad para cooperar, y como se usa cada vez más en los negocios, nos resultará incluso más difícil hacer que se conecte con el espíritu de comunidad.

Un gran reto para el futuro del software libre proviene de la tendencia de las compañías que distribuyen «Linux» a incluir software que no es libre en GNU/Linux en nombre de la conveniencia y el poder. Todos los desarrolladores de las principales distribuciones comerciales lo hacen, ninguna de estas distribuciones contiene únicamente software libre. En la mayoría de ellas no se identifican de forma clara los paquetes que no son libres. Muchos incluso desarrollan software que no es libre que luego agregan al sistema. Es más, algunos insolentemente promocionan sistemas «Linux» con «licencias de uso individual», que le otorgan al usuario tanta libertad como la que se obtiene con Windows de Microsoft.

Hay quienes tratan de justificar la inclusión de software que no es libre con la excusa de la «popularidad de Linux», atribuyendo de hecho más valor a la popularidad que a la libertad, y a veces lo admiten abiertamente. Por ejemplo, la revista Wired Magazine ha publicado que Robert McMillan, editor de Linux Magazine, «piensa que el cambio a software de código abierto («open source») debe ser apoyado mediante decisiones técnicas y no políticas». Y el director general de Caldera instó abiertamente a los usuarios a abandonar el objetivo de la libertad y trabajar en cambio por la «popularidad de Linux».

Añadir software que no es libre al sistema GNU/Linux puede incrementar su popularidad, si por popularidad entendemos el número de personas que usan algunas partes de software GNU/Linux en combinación con software que no es libre. Pero al mismo tiempo, implícitamente se está induciendo a la comunidad a aceptar el software que no es libre como una opción válida, y a que olvide el objetivo de la libertad. No sirve de nada andar más rápido si uno se sale del camino.

Cuando se «incluye» una biblioteca o una herramienta de programación que no es libre, esto puede convertirse en una trampa para los programadores de software libre. Cuando escriban software libre que dependa de esos paquetes que no lo son, su software no podrá formar parte de un sistema totalmente libre. En el pasado, Motif y Qt mantuvieron atrapada a una gran cantidad de software por este motivo, creando problemas que han tardado años en solucionarse. Motif continuó siendo un problema hasta que quedó obsoleto y ya no se utiliza. Más tarde Java, la aplicación de Sun que no es libre, tuvo un efecto similar: la trampa de Java , que afortunadamente ya ha sido corregida en su mayor parte.

Si nuestra comunidad continúa avanzando en esta dirección, en el futuro podríamos acabar convirtiendo GNU/Linux en un mosaico de componentes libres y que no son libres. De aquí a cinco años tendremos seguramente un montón de software libre, pero si no somos cuidadosos, difícilmente podrá utilizarse sin el software que no es libre y que los usuarios esperarán encontrar con él. Si esto llega a ocurrir, nuestra campaña en defensa de la libertad habrá fracasado.

Si publicar alternativas libres fuera simplemente una cuestión de programación, resolver los futuros problemas sería más sencillo conforme van aumentando los recursos de desarrollo de que dispone nuestra comunidad. Pero nos enfrentamos a obstáculos que amenazan con hacerlo aún más difícil: las leyes que prohíben el software libre. A medida que se amontonan las patentes de software y se aplican leyes como la DMCA para prohibir trabajos importantes de software libre como los que permiten ver un DVD o escuchar una emisión de RealAudio, no tendremos otra forma de luchar contra los formatos secretos y patentados si no es renunciando a utilizar los programas que no son libres en los que se usan tales formatos.

Afrontar estos desafíos supondrá muchos esfuerzos en varias áreas. Pero lo que necesitamos, sobre todo, para hacer frente a cualquier tipo de desafío, es recordar el objetivo de la libertad para cooperar. No podemos esperar que el simple deseo de tener software robusto y confiable pueda motivar a la gente para hacer grandes esfuerzos. Necesitamos el tipo de determinación que la gente tiene cuando lucha por su libertad y su comunidad, la determinación a continuar durante años sin darse por vencido.

En nuestra comunidad, este principio y esta determinación emanan principalmente del Proyecto GNU. Somos los que hablamos de libertad y comunidad como algo cuya defensa hay que mantener firmemente; las organizaciones que hablan de «Linux» normalmente no dicen lo mismo. Las revistas sobre «Linux» generalmente están llenas de anuncios de software que no es libre, las compañías que empaquetan «Linux» incluyen software que no es libre en el sistema; otras compañías dicen «apoyar a Linux» con sus aplicaciones que no son libres. Hay grupos de usuarios de «Linux» que incluso invitan a comerciantes para que presenten esas aplicaciones. El ambiente principal donde con toda probabilidad los miembros de nuestra comunidad escucharán hablar de libertad y determinación es en el Proyecto GNU.

Pero cuando lo escuchen, ¿se sentirán identificados con ello?

La gente que sepa que está usando un sistema que proviene del Proyecto GNU puede ver una relación directa entre ellos mismos y GNU. Eso no significa que estén automáticamente de acuerdo con nuestra filosofía, pero al menos verán una razón para tomarla seriamente en consideración. Por el contrario, los que se consideran «usuarios de Linux» y creen que el Proyecto GNU «desarrolló herramientas que resultaron ser útiles en Linux» generalmente sólo perciben una relación indirecta entre GNU y ellos mismos. Puede que pasen por alto la filosofía de GNU cuando se encuentren con ella.

El proyecto GNU es idealista, y cualquiera que promueva el idealismo se enfrenta hoy a un gran obstáculo: la ideología dominante anima a la gente a descartar el idealismo por no ser «práctico». Nuestro idealismo ha sido extremadamente práctico: esta es la razón por la que hoy tenemos un sistema operativo GNU/Linux libre. La gente que aprecia este sistema tiene que saber que se trata de nuestro idealismo hecho realidad.

Si «la tarea» realmente estuviera terminada, si lo único que estuviera en juego fuese el reconocimiento, quizás lo más sensato sería olvidarse de todo este asunto. Pero ese no es el caso. Para animar a otros a que hagan todo lo que aún queda por hacer, es necesario que se reconozca lo que nosotros ya hemos hecho. Le pedimos entonces que colabore con nosotros llamando al sistema operativo GNU/Linux.