Por qué no firmaré el Manifiesto del Dominio Público
por Richard StallmanEl Manifiesto del Dominio Público es en esencia correcto, ya que se opone a algunas de las injustas extensiones de poder del copyright, por lo que desearía poder apoyarlo. Sin embargo, dista mucho de lo que se necesita.
Algunos defectos consisten en suposiciones implícitas. El manifiesto utiliza con frecuencia términos de propaganda de la industria del copyright tales como «protección del copyright». Estos términos fueron escogidos para inducir a la gente a simpatizar con la industria del copyright y sus ansias de poder.
El manifiesto y sus signatarios usan la expresión «propiedad intelectual», que confunde el asunto del copyright porque lo entremezcla con varias otras leyes que no tienen nada importante en común (para más detalles, véase nuestro artículo: ¿Ha dicho «propiedad intelectual»? Es solo un espejismo seductor). Irónicamente, en el documento se utiliza la expresión por primera vez en una frase que señala que el manifiesto se refiere únicamente a la ley de copyright, no a esas otras leyes. Y eso es así por una buena razón: las demás leyes son irrelevantes en lo que se refiere a la copia y al uso de las obras publicadas. Si queremos enseñar al público a distinguir una ley de otra, tenemos que evitar establecer un ejemplo que incorrectamente las agrupa.
El principio general 2 repite el error común de que el copyright existe para establecer un equilibrio entre el interés público y «la protección y la recompensa al autor». Este error impide formarse una opinión correcta sobre cualquier cuestión relacionada con las políticas del copyright, ya que el copyright debería estar basado en el interés público. En el artículo «Interpretación incorrecta del copyright: una serie de errores» explicamos el error y cómo evitarlo.
Sería difícil mantenerse al margen de una campaña que persigue objetivos justos sólo porque fue escrita en términos poco claros. Sin embargo, el manifiesto también dista bastante de sus objetivos específicos. No es que me oponga a ellos. Cualquiera de sus reivindicaciones, individualmente, sería un paso hacia adelante, aunque la redacción de algunas me disuade de firmarlas.
Más bien, el problema es que la petición omite los puntos más importantes. No puedo decir: «Este manifiesto es lo que yo defiendo». No puedo decir: «Apoyo este manifiesto», a menos que pueda añadir, de forma igualmente visible: «Esta petición no menciona los puntos más importantes».
El principio general 5 se opone a los acuerdos que restringen el uso de copias de las obras de dominio público. Pero cuando más tenemos que oponernos a tales acuerdos es cuando se aplican a obras que aún están bajo copyright (ese es el pretexto que usa Amazon para argumentar que los libros electrónicos que compramos en realidad no nos pertenecen). Del mismo modo, el principio general 5 condena la gestión digital de restricciones (DRM), pero sólo cuando se aplica a una obra de dominio público. De hecho, al omitir la crítica, legitima la mayoría de las implementaciones reales del DRM.
He reservado la mayor omisión para el final. La recomendación general 9 pide que se autorice la «copia personal» de obras sujetas a copyright. Debido a que omite la cuestión de la libertad de compartir copias de obras publicadas con los demás, no hace frente al peor aspecto del copyright: la feroz guerra contra la práctica de compartir que las compañías del entretenimiento están librando en estos momentos.
Las peticiones y recomendaciones del Manifiesto del Dominio Público podrían constituir un paso hacia adelante. Puede ser positivo si logra infundir la duda en quienes han aceptado la postura de la industria. Sin embargo, si adoptamos este manifiesto como nuestro objetivo, nos distraerá de aquello por lo que realmente tenemos que luchar.
El Manifiesto del Dominio Público trata de defender nuestra libertad dentro del jardín vallado del dominio público, pero abandona dicha libertad fuera de él. Esto no es suficiente.
Pido a los autores del Manifiesto del Dominio Público, y al público en general, que se unan a mí para exigir la libertad de compartir copias de cualquier obra publicada, sin interés comercial. Los invito también a unirse a la campaña Defective by Design para ayudarnos en nuestra lucha contra el DRM dondequiera que se encuentren tales restricciones.