gnu-consensus-quito-2014

KAWSANKICHU. Aunque no los pueda ver con mis ojos, quiero agradecerles su presencia.

Hola, soy hellekin.

Quiero agradecer su atención, y a ASLE por invitarme a charlar hoy en la Minga anual de la Asociación de Software Libre del Ecuador. Es un honor para mí tener la oportunidad de dirigirme a miembros de la sociedad Ecuatoriana en el seno de su Asamblea Nacional, y deploro no poder estar presente en Quito para responder a sus preguntas y conversar más allá de estos treinta minutos.

Tengo un mensaje importante y complicado para dar. Por eso, les pido que por favor no usen sus máquinas durante la presentación.

No voy a poder responder preguntas ahora, pero sí voy a estar presente en el IRC #consensus-quito en Freenode, y en algunos lugares más durante la pausa, el resto del día, y en los días siguientes.

Dejo un momento para que pongan sus máquinas a parte.

pausa

Este hombre es una más de las victimas silenciadas del progreso salvaje de una ideología que atraviesa todas las culturas, en todo el planeta. Fue asesinado por las mismas fuerzas que voy a tratar de caracterizar en esta presentación, con el enfoque en el software libre y las redes sociales. No lo pierdan de vista.

Cuando voy a dar un curso tecnológico, de software libre o de tecnología, veo a la audiencia atenta, mirándome y con los dedos en el teclado de su compu para tomar notas, y la primera cosa que hago al introducir el objetivo del curso es pedir a la audiencia apagar su máquina.

Comunmente me encuentro con sorpresa y rechazo. Pero al escuchar en completa atención, se puede entender mejor la complejidad del asunto, así como la naturaleza y el objetivo de la tecnología libre, y particularmente de la tecnología social.

Vamos a volver más tarde sobre esto.

La tecnología nunca es neutral. "La tecnología es una idea social realizada" dijo el filósofo Egdar Morin. Una cámara de vigilancia lo dice todo. Una bomba a fragmentación lo dice todo. Un coche de 1.5 toneladas para una sola persona lo más frecuentemente, y usando un motor a explosión ruidoso, poco eficaz y menos eficiente, lo dice todo. Una tarjeta de crédito, hecha de plástico y de futuro considerado cierto, lo dice todo.

Cuando abrimos la caja de un aparato electrónico por ejemplo, un teléfono celular, contemplamos el resultado de miles y miles de horas de trabajo acumuladas por miles y miles de personas en miles de lugares. Este producto viene de docenas de universidades, laboratorios, pero también de transportes marítimos y aéreos, fábricas, minas, ciudades, favelas, zonas de guerra, de la explotación del trabajo esclavo en África, en Asia, etc. Para crear este producto pensaron muchas personas, pasaron (algo de) su vida, o quizás se mataron en la tarea; se acumularon desechos; se contaminaron aguas, etc. Cuando no lo usamos más, ¿a dónde va?

No, definitivamente: es mucho más que un producto, es un proceso.

Si bien un martillo es una herramienta, una extensión de las capacitades del cuerpo; o un teléfono, un instrumento, una extensión de las capacidades de percepción, la tecnología pasó ya hace tiempo mucho más allá del estatuto de simple extensión de la capacidades humanas. Si bien la cacerola que lleva este niño al río para beber es una herramienta, la contaminación ambiental que se ve en la foto demuestra que la tecnología no es sólo una herramienta, sino que cambia la naturaleza de la naturaleza. Aún más, la tecnología cambia la naturaleza misma del mismo humano.

Quien se quedó sin batería en el celular, o sin acceder a Internet por un tiempo lo sabe muy bien.

La tecnología responde a un proyecto de sociedad e influye sobre ella y su proyección en un círculo que puede ser virtuoso, o vicioso. La tecnología nunca es neutral. Una sociedad funcionando en modo de pánico, insegura, desprovista de visión incluidora está a la defensiva y produce el fruto de su terror. Se vuelve reaccionaria y produce un proyecto que la aleja de su corazón humano. Desarrolla la justificación de su deriva hacia la violencia; una sociedad apurada, desunida, revela sus contradicciones internas a través de su política y a través de su tecnología.

Existe un punto muy extraño del mito tecnológico: parecería que la tecnología puede solucionarlo todo. Si hay un problema, ¡hay una solución (tecnológica)! No sé si llegaron hasta aquí pero los Shadoks tienen muchos lemas muy graciosos y uno de ellos dice:

Si hay un problema, hay una solución. Si no hay solución, no hay
problema.

Y la verdad, parece que el uso actual de cuatro veces más recursos que los que la Tierra puede proporcionar, a los tecno-científicos, a los jefes de industria, a los políticos no les parece muy problemático.

Hay un problema fundamental que la tecnología no puede - y en mi opinión, nunca debería poder - solucionar: es la impunidad, son los problemas sociales, de disociación, de falta de empatía, de falta de conciencia del ser vivo, del ser planetario.

Cuando un representante del Estado durante el discurso de apertura de la Universidad de Yachai pronunció que el Ecuador iba "a salir de la mediocridad", revelaba una posición insegura, desunida de la identidad nacional, de las tradiciones, una pérdida de confianza en una cosmología que sólo existe en esta región del planeta por ser este lugar único con este medio ambiente único de tanta diversidad y esta historia única, resplandeciente de tantos valores humanos, ya desaparecidos en muchos lugares.

Escuchar esta frase fue para mi un choque, habiendo leído la Constitución de la República del Ecuador de 2008, subtitulada "Con infinito amor". ¿Cómo puede ser - me dije - que un país dotado de tal Constitución tenga un rechazo tan fuerte a su propia genealogía?

Volvemos a lo que íbamos. La tecnología transforma al humano, y la tecnología electrónica transforma absolutamente nuestro ambiente. Hay una forma de tecnología que apoya al control mental: la propaganda o "la coerción seductora" como la llama Heather Marsh. Las llamadas "redes sociales" de las corporaciones son más precisamente "los servicios de vigilancia de las redes sociales". Son laboratorios de propaganda, lugares de observación, de experimentación y de contención de la humanidad, algo parecido al Parque Humano de Peter Sloterdijk.

Podemos ver dos aspectos de la privacidad. Primero la visión defensiva que es la más común. Se trata de defenderse de la vigilancia global, de la policía del pensamiento, de proteger su libertad escondiéndose, por miedo o por necesidad de no ser atacadxs o asesinadxs. El otro que es menos visible pero podría ser usado mucho más es el punto de vista del derecho: tenemos el derecho a la privacidad, entonces las corporaciones lo están violando. Los dos puntos de vista son válidos.

Aunque atención: la segunda forma si bien convoca a las masas, llama a la reforma de las corporaciones. Pero ellas ya están preparando el fin de los derechos con el TPP (el acuerdo de negocio trans-Pacífico) que no sólo confirma lo que ya sabíamos de que la corporación poseería derechos de una persona humana, sino que además tendría derechos sobre las naciones y podría imponer su poder a los Estados.

El primer punto es sencillo: ya dije que hay más para conocer que lo que cada unx pueda lograr. Así que estamos en una posición humilde, y escuchamos lo más posible a las necesidades, los especialistas, las experiencias, las dudas, los entusiasmos, etc.

Trabajamos mucho con pequeños grupos, individuos y cada vez que podemos, buscamos el consenso. No buscamos un consenso global, sino una diversidad de sistemas co-existentes. Es mejor un consenso localizado que pueda dar frutos, que ningún consenso y ningún fruto.

Pero frecuentemente usamos señales dejadas por anónimos, para amplificar un movimiento, o conectamos gente entre sí, o a otras señales. La cohesión aparece en las periferias donde los asuntos en común sobrepasan las diferencias divisoras.